ÚLTIMA HORA: Se está encubriendo el misterio del cáncer de Joe Biden — Se revela la conspiración del “Estado Profundo” y el pacto secreto que pone en jaque a la democracia estadounidense
Por el Equipo de Investigación Especial | 31 de mayo de 2025
“La verdad no es negociable. Y cuando un sistema entero conspira para ocultarla, no estamos ante un error: estamos frente a un régimen.”
— Fragmento del memorándum filtrado del Consejo de Seguridad Nacional
LA SALUD PRESIDENCIAL COMO SECRETO DE ESTADO: EL SILENCIO QUE GRITA
En los pasillos del poder en Washington D.C., no se habla en voz alta, pero todos lo saben: el presidente Joe Biden no está bien. Lo que comenzó como murmullos en despachos cerrados, se ha transformado en una inquietud institucional que atraviesa el Congreso, los medios de comunicación y hasta las embajadas aliadas en Europa.
Desde finales de 2023, Biden ha reducido al mínimo sus apariciones públicas, ha evitado entrevistas, y sus discursos se han vuelto notablemente erráticos, con lapsos de concentración y tiempos de respuesta anómalos. Su equipo insiste en que se trata de “fatiga”, “estrés” o “una estrategia de campaña conservadora”. Pero fuentes internas del ala oeste de la Casa Blanca afirman otra cosa muy distinta: el presidente estaría luchando contra una enfermedad grave, debilitante y potencialmente terminal.
La palabra que se repite, siempre en susurros: cáncer.
DOCUMENTOS CLASIFICADOS Y UNA DIAGNOSIS NO REVELADA
El informe que detonó la alarma fue obtenido en marzo de 2025 por dos periodistas independientes del medio Liberty Ledger, y luego verificado por este equipo. En él, se detalla una serie de estudios médicos realizados en noviembre de 2023 en el Centro Médico Militar Nacional Walter Reed, que revelan la presencia de un carcinoma neuroendocrino de grado alto, con metástasis en regiones cerebrales menores y en el sistema linfático.
Lo más inquietante no es la enfermedad en sí, sino la cadena de decisiones que siguió al diagnóstico.
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El expediente fue marcado como “Clasificado” y su acceso limitado al círculo de seguridad nacional.
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Tres médicos que participaron en los exámenes fueron transferidos en cuestión de semanas.
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No se convocó al gabinete presidencial, ni se inició ningún protocolo de la Enmienda 25.
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Se activó un comité ad hoc, en la sombra, conocido internamente como “Taskforce 47”, integrado por altos funcionarios de inteligencia, asesores legales y estrategas del Partido Demócrata.
La orden fue clara: mantener la estabilidad institucional a cualquier precio… incluso si eso significaba mentirle al país entero.
¿QUÉ ES EL “ESTADO PROFUNDO” Y POR QUÉ ESTÁ GOBERNANDO?
El concepto de “Estado Profundo” ha sido históricamente desestimado como paranoia conspirativa. Pero en este caso, existen documentos, correos electrónicos y testimonios que revelan la existencia de una red de poder informal que opera fuera del marco democrático.
Se trata de un conjunto de actores incrustados en agencias como la CIA, el FBI, la NSA, el Pentágono y los think tanks más influyentes, que asumen decisiones clave cuando consideran que el sistema democrático formal no puede sostenerse por sí solo.
En palabras de un exanalista del Consejo de Seguridad Nacional:
“No estamos ante una dictadura, pero sí ante una tutela silenciosa. El presidente firma, pero no decide. El gabinete asiste, pero no manda. Las verdaderas decisiones están en otra sala.”
El “Estado Profundo” —si lo llamamos así— no da golpes de Estado. Más bien los evita… suprimiendo la verdad y reconfigurando la realidad institucional según sus intereses.
EL PACTO: CÓMO SE ACORDÓ MENTIRLE AL PUEBLO
Según una filtración obtenida por este medio, en enero de 2024 se realizó una reunión a puerta cerrada en Camp David entre altos cargos del Partido Demócrata, asesores médicos y jefes de inteligencia. La decisión fue tomada por mayoría:
“El presidente seguirá en funciones. No se invocará la Enmienda 25. Las responsabilidades se redistribuirán internamente y los medios serán instruidos para no profundizar en el tema.”
El acuerdo incluyó un “manual de respuesta” para los portavoces oficiales, cláusulas de confidencialidad y un calendario de eventos simulados con participación mínima de Biden. Se trató, en esencia, de una coreografía democrática sin contenido real.
¿El motivo?
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El Partido Demócrata no tenía un sucesor viable para enfrentar a Donald Trump en 2024.
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La revelación pública de una enfermedad grave podría provocar un colapso de confianza institucional.
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La Casa Blanca temía una escalada de crisis geopolíticas si sus aliados percibían debilidad.
Por eso se optó por la mentira institucional como herramienta de gobernabilidad.
EL PRESIDENTE FANTASMA: GOBIERNO EN MODO AUTOMÁTICO
La evidencia del vacío de poder es cada vez más visible:
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Harris ha presidido 80% de las reuniones del Consejo de Seguridad Nacional en los últimos seis meses.
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Las decisiones sobre Ucrania, Taiwán y el Medio Oriente han sido lideradas por el Secretario de Estado y el Jefe de Gabinete, con mínima participación de Biden.
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Biden ha cancelado cinco giras internacionales sin explicación oficial.
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La firma presidencial ha sido delegada en 14 ocasiones en “comunicaciones conjuntas” con asesores principales, un hecho sin precedentes.
Estados Unidos funciona hoy en modo automático, dirigido por una burocracia de élite que opera bajo una fachada presidencial vacía. La pregunta que se impone es incómoda, pero inevitable:
¿Quién está realmente al mando del país más poderoso del mundo?
LA ENMIENDA 25 Y LA TRAICIÓN CONSTITUCIONAL
La Enmienda 25 de la Constitución fue diseñada precisamente para momentos como este: situaciones en las que el presidente es física o mentalmente incapaz de gobernar. Requiere que el vicepresidente y la mayoría del gabinete declaren formalmente esa incapacidad.
Pero ¿qué ocurre si el gabinete no actúa?
¿Y si la vicepresidenta prefiere evitar el costo político de asumir el poder bajo sospecha de oportunismo?
En ese caso, como el actual, la Enmienda 25 se convierte en letra muerta, y el sistema entra en una peligrosa zona gris constitucional, donde los mecanismos de control se bloquean por intereses partidarios y miedo electoral.
Es decir: la democracia se suspende sin que nadie la derogue.
LOS MEDIOS CÓMPLICES Y EL MIEDO A LA VERDAD
Otro elemento crucial en esta trama es la connivencia silenciosa de los grandes medios corporativos. Aunque varios periodistas han recibido pistas, ninguno de los principales conglomerados (CNN, MSNBC, The Washington Post, etc.) ha publicado una investigación seria sobre el estado de salud del presidente.
¿Por qué?
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Fuentes internas de estas redacciones reconocen presiones políticas y “líneas editoriales de contención”.
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En más de una ocasión, productores han recibido llamadas directas de la Casa Blanca para “corregir narrativas inapropiadas”.
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Algunos medios temen ser acusados de “desestabilizar la democracia” o “jugarle el juego a la derecha radical”.
Pero la pregunta ética persiste:
¿Qué clase de democracia necesita ocultar la verdad para sostenerse?
LA BOMBA POLÍTICA QUE PUEDE DETONAR EN NOVIEMBRE
Con las elecciones presidenciales a la vuelta de la esquina, el encubrimiento ya no es sostenible. Sectores del Partido Republicano están preparando audiencias públicas, denuncias constitucionales y campañas para exigir la verdad.
Incluso dentro del Partido Demócrata, crecen las voces que piden “una salida honorable” para Biden antes de que se descubra el escándalo completo.
Lo que está en juego no es solo una elección.
Es la credibilidad de la democracia estadounidense como sistema funcional.
Si se confirma que el presidente está enfermo, que su gabinete lo sabía, que los medios callaron y que el pueblo fue deliberadamente engañado, entonces estaríamos ante la mayor crisis institucional desde Watergate —o peor aún, desde la Guerra Civil.
EPÍLOGO: UNA VERDAD INEVITABLE
La verdad siempre se abre camino.
Aunque los gobiernos la silencien, aunque los medios la ignoren, aunque el poder la tema, la verdad siempre regresa con más fuerza.
Y cuando lo haga, millones de ciudadanos exigirán respuestas:
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¿Cuándo se diagnosticó realmente a Biden?
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¿Quién decidió ocultarlo?
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¿Quién gobierna hoy?
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¿Qué garantías tiene el pueblo de que esto no volverá a ocurrir?
Porque sin verdad, no hay libertad.
Y sin libertad, lo que queda no es democracia, sino simulacro.
“No hay Estado más frágil que aquel que necesita mentir para sostenerse.”
— Profesor emérito de Ciencias Políticas, Universidad de Yale
Próxima entrega:
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Testimonios de exfuncionarios desplazados
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Cronología detallada de la degradación física de Biden
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Análisis constitucional del encubrimiento