ÚLTIMA HORA | Escándalo intelectual en el Pentágono: acusan al secretario de Defensa Pete Hegseth de plagiar un artículo universitario de Princeton
“Creyeron que nadie lo había notado… hasta que unos estudiantes decidieron leer entre líneas.”
Washington D.C. — 13 de mayo de 2025
Una nueva tormenta política azota el corazón del poder militar estadounidense. El secretario de Defensa, Pete Hegseth, enfrenta graves acusaciones de plagio tras la publicación de una extensa investigación realizada por The Princetonian Review, un medio universitario dirigido íntegramente por estudiantes.
Lo que parecía ser una publicación académica de bajo perfil se ha convertido en el epicentro de un terremoto que ya genera réplicas en el Congreso, en el Pentágono y en la opinión pública. Según el reportaje, Hegseth habría incorporado fragmentos sustanciales, incluso párrafos enteros, de trabajos académicos en sus discursos oficiales, artículos de opinión y comparecencias públicas — sin ningún tipo de crédito o atribución.
“Esto no es un error menor. Hablamos de una apropiación sistemática de ideas ajenas presentadas como propias desde una posición de poder,” señala el editorial del periódico estudiantil.
Del aula al escándalo nacional: así se gestó la denuncia
Todo comenzó hace seis meses, según revelaron los propios estudiantes. Un grupo de editores del Review notó ciertas similitudes entre un discurso reciente de Hegseth —pronunciado durante una ceremonia en la Academia Militar de West Point— y una tesis leída por uno de ellos en un curso sobre ética militar.
Lo que empezó como una coincidencia intrigante se convirtió rápidamente en una investigación a fondo. Mediante software de detección de similitud textual, revisión manual y consultas con profesores, los estudiantes hallaron lo que califican como un “patrón sistemático de plagio intelectual”.
“Las coincidencias no eran superficiales. No se trataba de ideas similares o inspiraciones comunes. Eran fragmentos literales, estructuras idénticas, incluso errores tipográficos replicados. Eso no ocurre por casualidad”, explica Valeria N., una de las autoras del informe.
La investigación fue meticulosa: se identificaron al menos 11 casos documentados en los que Hegseth repitió sin atribución contenido de ensayos académicos, artículos universitarios y tesis de grado. Entre los textos copiados se encuentra un análisis sobre la doctrina de intervención preventiva en conflictos internacionales —publicado en 2021 por un estudiante de Relaciones Internacionales— que, según el Review, aparece casi sin cambios en un artículo de opinión firmado por Hegseth en un diario nacional.
Silencio oficial y tormenta política
Hasta el momento, ni el Departamento de Defensa ni el propio secretario han emitido declaraciones públicas. Sin embargo, fuentes internas —consultadas bajo anonimato— admiten que la investigación ha generado una fuerte preocupación dentro del Pentágono. Según dichas fuentes, el equipo de comunicaciones de Hegseth fue sorprendido por la publicación y está elaborando una estrategia de contención.
En el Capitolio, las reacciones no se hicieron esperar. La congresista demócrata Teresa Aguilar exigió una investigación formal:
“Si un estudiante universitario puede ser expulsado por copiar una página, ¿por qué toleraríamos que un secretario de Defensa robe ideas enteras sin consecuencias?”
Incluso miembros del propio partido de Hegseth han evitado respaldarlo públicamente. Algunos analistas interpretan el silencio como una señal de que el escándalo podría tener consecuencias estructurales más allá de lo personal.
¿Un patrón de superficialidad intelectual?
Esta no es la primera vez que se cuestiona la sustancia del liderazgo de Pete Hegseth. Conocido por su presencia mediática constante y por sus discursos con tono populista, sus detractores llevan años criticando lo que consideran un estilo basado más en la imagen que en el pensamiento estratégico.
Apodado desde hace tiempo como “la Princesa del Pentágono” por su tendencia a priorizar las cámaras por encima del contenido, esta nueva controversia refuerza esa narrativa. Esta vez, sin embargo, no se trata de retórica vacía, sino de algo más grave: la apropiación del trabajo intelectual de otros.
“Este escándalo revela una carencia profunda de ética profesional y respeto por el conocimiento. Y lo más irónico es que fue expuesto por jóvenes estudiantes, no por think tanks ni periodistas políticos,” comenta el profesor Diego Ramírez, experto en gobernanza ética de la Universidad de Columbia.
Los estudiantes que desafiaron al poder
Uno de los elementos más llamativos de este caso es la procedencia de la denuncia. En un contexto donde las grandes exclusivas suelen venir de filtraciones internas o investigaciones de prensa nacional, resulta sorprendente —y simbólico— que un grupo de estudiantes universitarios haya sido quien encendiera la mecha.
El equipo del Review asegura que no actuó por motivaciones políticas, sino por compromiso con la verdad académica.
“Esto no es personal. Es una cuestión de principios. Si alguien con tanto poder copia sin vergüenza, ¿qué mensaje se envía a millones de estudiantes que luchan por ser originales?” afirma uno de los estudiantes involucrados, que pidió mantenerse en el anonimato por seguridad.
¿El principio del fin?
A medida que el escándalo crece y los medios nacionales recogen la historia, muchos se preguntan si este episodio marcará un antes y un después en la carrera de Hegseth. Aunque es difícil predecir consecuencias inmediatas, todo indica que su credibilidad ha sufrido un golpe severo.
Organizaciones civiles ya exigen transparencia y rendición de cuentas. Algunos observadores, incluso dentro del propio ámbito militar, señalan que la pérdida de legitimidad intelectual podría poner en jaque la autoridad del secretario dentro de las Fuerzas Armadas.
Epílogo: cuando la verdad comienza en una biblioteca
Quizás lo más potente de esta historia no es solo el escándalo en sí, sino la manera en que salió a la luz. En un rincón tranquilo de una universidad, jóvenes con curiosidad, rigor y ética lograron hacer tambalear a uno de los hombres más poderosos del aparato estatal.
“Creyeron que nadie lo había notado. Pero alguien sí lo hizo. Y no se quedó callado.”
El resto, es historia en desarrollo.