TRAGEDIA EN EL CIELO DE MANHATTAN: Un helicóptero se parte en el aire y cae al río Hudson — Nueva York revive el trauma del desastre aéreo
Por Valeria Mendoza | Diario Crónica Global
Nueva York, lunes 26 de mayo de 2025. A las 15:21 horas, el cielo sobre Manhattan se quebró. Un estruendo sordo, como un lamento metálico, estremeció el oeste de la ciudad. En cuestión de segundos, el terror se apoderó de quienes caminaban junto al río Hudson. Un helicóptero acababa de partirse en el aire, desplomándose violentamente sobre las aguas grises y frías del río más emblemático de la ciudad.
Los gritos de quienes lo presenciaron cortaron el murmullo habitual de la tarde. Turistas, ciclistas, trabajadores y familias que paseaban por Riverside Park o esperaban ferris cerca del muelle 84 quedaron paralizados ante el horror. Las redes sociales estallaron en videos y testimonios, mientras la ciudad entera revivía una pesadilla aérea que recuerda a otros capítulos oscuros de su historia.
Una escena que congela el alma
“Escuché un estallido muy fuerte, como si algo se hubiese roto dentro del cielo. Miré hacia arriba y vi el helicóptero tambaleándose. De repente, se partió. Literalmente. Una de las hélices se desprendió, y luego todo cayó. Fue espantoso…”, relató aún temblando Thomas Li, un joven neoyorquino que se encontraba trotando cerca del Hudson Greenway.
Minutos después, el caos: buques civiles y botes de rescate corrieron hacia el lugar del impacto. El cuerpo del helicóptero, un Eurocopter EC130 de uso turístico, desapareció rápidamente bajo el agua. Según fuentes oficiales, llevaba a bordo a cinco personas: el piloto y cuatro pasajeros, todos turistas extranjeros, cuyas identidades aún no se han divulgado.
Un vuelo de rutina convertido en tragedia
El helicóptero, operado por la empresa Liberty Sky Tours, una de las compañías más activas del turismo aéreo de Nueva York, había despegado apenas ocho minutos antes desde el helipuerto de East River. El recorrido habitual incluía un sobrevuelo por la Estatua de la Libertad, el One World Trade Center, Central Park y regreso al punto de partida.
La tarde era clara, con visibilidad óptima. Las condiciones meteorológicas eran ideales. Nada hacía prever lo que vendría.
“No hubo llamada de auxilio. No hubo tiempo para reaccionar. Fue un colapso total en pleno vuelo”, confirmó un portavoz de la Administración Federal de Aviación (FAA).
¿Falla estructural o negligencia operativa?
Según testimonios preliminares y el análisis de los primeros videos que circulan en redes, todo apunta a una falla estructural crítica. La hipótesis más fuerte es que una pieza clave —posiblemente del rotor principal o del eje de transmisión— se desprendió, provocando una pérdida inmediata de control.
Las investigaciones están a cargo de la Junta Nacional de Seguridad del Transporte (NTSB), que ya ha iniciado el levantamiento de restos desde el fondo del río, con buzos especializados y grúas flotantes.
“No podemos afirmar nada aún, pero sí podemos decir que el tipo de fractura vista en la caída no es común en accidentes por error humano. Esto parece un colapso mecánico súbito y devastador”, explicó un ingeniero aeronáutico consultado por Crónica Global.
Un silencio incómodo desde las autoridades
El alcalde Eric Adams ofreció un breve comunicado en redes sociales casi una hora después del accidente. Pidió calma, expresó condolencias y aseguró que “todos los recursos de la ciudad están disponibles para apoyar a las familias y esclarecer los hechos”. Sin embargo, el retraso en la comunicación oficial generó críticas. En tiempos donde la información fluye a la velocidad de un clic, el silencio institucional pesa más.
Mientras tanto, la zona del accidente permanece acordonada, y se ha suspendido temporalmente toda operación aérea no esencial en la zona oeste de Manhattan.
Una industria que vuela entre las grietas legales
Este accidente vuelve a poner en el centro del debate una pregunta incómoda: ¿debe permitirse el turismo aéreo masivo en una ciudad como Nueva York?
Desde hace años, organizaciones comunitarias y grupos vecinales han denunciado el saturado tráfico de helicópteros que sobrevuelan Manhattan día y noche. Además del ruido constante que afecta la calidad de vida, expertos han advertido sobre el riesgo creciente de fatiga estructural en aeronaves utilizadas hasta ocho o diez veces por día.
En 2018, otro helicóptero turístico cayó en el East River. En aquel siniestro, murieron cinco personas. Las recomendaciones de la NTSB entonces incluyeron reformas urgentes en protocolos de mantenimiento, control de tráfico y limitaciones operativas. Poco o nada se implementó.
“Sabemos que hay helicópteros volando sin inspecciones actualizadas. La industria se autorregula de facto. Hay demasiados intereses económicos en juego. Hoy estamos pagando las consecuencias de esa desidia institucional”, denunció un exfuncionario de la FAA que pidió anonimato.
Los rostros invisibles del dolor
A esta hora, dos cuerpos ya han sido recuperados sin vida. Uno de ellos sería el del piloto. Otros tres pasajeros siguen desaparecidos bajo las frías aguas del Hudson. Las tareas de recuperación continúan contra reloj.
En el helipuerto de East River, familiares de los pasajeros comenzaron a llegar en silencio, guiados por personal de la policía y de la compañía operadora. No hay declaraciones. Solo rostros pálidos, abrazos y una espera interminable.
¿Cuántas tragedias hacen falta?
Nueva York se enfrenta hoy no solo al dolor de una tragedia aérea, sino al espejo incómodo de su propia negligencia. La industria del turismo aéreo, que mueve más de 100 millones de dólares anuales, ha crecido sin freno, sin regulación real y con una cultura de “todo vale” que hoy se cobra víctimas.
El Hudson, testigo mudo de tantos capítulos de gloria y horror de la ciudad, guarda en sus profundidades las respuestas que aún no llegan. Y mientras el agua sigue su curso imperturbable, sobre la superficie flota una pregunta que no puede ignorarse más:
¿Quién responde cuando el cielo cae?