ÚLTIMAS NOTICIAS: Chrissy Teigen rompe el silencio tras su recaída — Una confesión cruda que expone las heridas invisibles de la sobriedad en la era digital
Por Mariana Ríos | Especial para Voces del Espejo
Después de cuatro años de sobriedad, de reconstrucción emocional, de libros leídos, terapias abrazadas y lágrimas convertidas en likes, Chrissy Teigen ha vuelto a caer. Y lo ha dicho. Lo ha escrito con el pulso tembloroso de quien no busca redención, sino solo ser entendida.
“No quería… pero lo hice”.
Con esas palabras, publicadas en sus redes sociales, la modelo, autora y empresaria —una de las figuras más visibles del entretenimiento en EE.UU.— le puso nombre a algo que millones de personas viven en silencio: la recaída como parte del proceso, no como una sentencia de fracaso.
La recaída como ruptura del mito de perfección
Desde que decidió dejar el alcohol en 2020, Chrissy no solo fue celebrada por su decisión, sino convertida —con o sin su consentimiento— en una especie de ícono de la sobriedad funcional: madre de familia, empresaria exitosa, esposa de una superestrella, y al mismo tiempo, vulnerable, divertida y brutalmente honesta.
Ese personaje —construido a base de verdades propias, pero también moldeado por las expectativas del público— se quebró esta semana. Y con él, el mito de que la sanación siempre es ascendente, limpia, fotogénica.
En sus palabras, no hay excusas ni dramatismo innecesario, pero sí una tristeza cruda:
“Fue una noche. Un momento. Un instante de debilidad. Y todo mi castillo de fuerza pareció derrumbarse”.
Sobriedad en la era de los filtros: ¿a quién le pertenece la narrativa?
Chrissy no es la primera celebridad en hablar sobre adicciones o recaídas, pero sí una de las pocas que lo hace sin pasar por una exclusiva, sin contratos, sin luces preparadas. Lo suyo fue casi una confesión íntima hecha pública por necesidad emocional.
Y en esa transparencia, hay algo incómodo: nos obliga a mirarnos como audiencia.
¿Qué esperamos de una persona en proceso de sanación? ¿Por qué exigimos narrativas inspiradoras y lineales, como si sanar fuera una escalera y no un laberinto?
La respuesta, tal vez, está en el lugar donde consumimos estas historias: las redes sociales, ese escenario de sonrisas eternas, logros constantes y “antes y después” sin matices. Chrissy, al romper el relato heroico, nos recuerda que la recaída no es el fin, sino parte de un camino que no necesita ser perfecto para ser real.
Entre el dolor privado y la expectativa pública
Teigen habló también del miedo:
“No quería decepcionarlos. A ustedes, a mí, a mis hijos…”.
Y allí aparece el núcleo más doloroso de su mensaje. Porque en la vida de una figura pública —y especialmente de una mujer— no solo se espera éxito, sino ejemplaridad. Chrissy no se vende como perfecta, pero es tratada como tal: cada decisión suya es escrutada, celebrada o condenada. Su maternidad es modelo; sus errores, noticia.
En esa maquinaria de expectativas, una copa de vino puede pesar más que cuatro años de lucha. Y eso no es justo, pero es real.
El lado invisible del autocuidado: recaer no es retroceder
Expertos en adicciones y salud mental coinciden: la recaída no siempre implica el regreso a la oscuridad, sino una advertencia. Un grito del cuerpo y la mente que dice: “Todavía hay algo que duele”.
Pero en la cultura del bienestar hipercomercializado, donde “mindfulness” se imprime en botellas de agua y la resiliencia se mide en likes, no hay lugar para el tropiezo humano. Chrissy lo desafía todo al admitir el suyo.
“No vuelvo al día uno. Vuelvo al día siguiente. Y eso también cuenta”.
Esas palabras, aunque simples, encierran toda una filosofía. No es la caída lo que importa, sino la decisión de levantarse sin vergüenza.
Reacciones encontradas: entre el apoyo empático y el juicio silencioso
La mayoría de las respuestas a su confesión fueron cálidas, reconfortantes. Celebridades, terapeutas y miles de personas anónimas agradecieron su honestidad:
“Gracias por mostrarnos que también eres humana. Que todos lo somos”.
Pero también hubo críticas disfrazadas de decepción. Gente que la acusó de ser “inestable”, “hipócrita”, “una mala influencia”. Esos juicios dicen más de quien los emite que de la propia Chrissy. Revelan una sociedad que aún castiga más a quien se muestra vulnerable que a quien finge ser fuerte.
¿Qué sigue para Chrissy Teigen?
Seguramente no lo sabe ni ella. Tal vez una nueva etapa más serena, más libre. Tal vez un libro, un silencio prolongado o simplemente el intento de vivir, sin necesidad de documentar cada paso.
Pero una cosa es cierta: con su confesión, Chrissy ha cambiado la conversación. Nos ha recordado que las personas sobrias no son estatuas, sino seres vivos, con días buenos y malos. Que el éxito no es una línea recta. Y que a veces, lo más valiente no es resistir, sino admitir que caíste… y volver.
Porque como dijo en su último mensaje:
“No necesito empezar desde cero. Solo necesito seguir”.