EXCLUSIVA: Cómo los despidos masivos en EE. UU. abrieron la puerta al espionaje chino, y nadie habla de ello…
Mientras el país lidia con recortes y despidos en sectores estratégicos, una nueva amenaza emerge desde las sombras: los espías no entran por la fuerza… entran por LinkedIn.
Por Clara Vélez — Especial para Radar Internacional
En salas de conferencias vacías, oficinas desalojadas y servidores ya desconectados, aún resuenan las conversaciones, las claves, los documentos y las decisiones que alguna vez movieron los engranajes de seguridad de los Estados Unidos. Y aunque la política interna se concentra en cifras de desempleo y ajustes fiscales, hay una consecuencia silenciosa que nadie quiere enfrentar: el acceso abierto que ahora tienen actores extranjeros a las mentes que construyeron el sistema.
Según una investigación exclusiva de Radar Internacional, espías chinos han intensificado una operación cuidadosamente orquestada para acercarse a exfuncionarios del gobierno de EE. UU., especialmente aquellos recién despedidos de sectores sensibles como defensa, tecnología, infraestructura energética, inteligencia y ciberseguridad.
La técnica no incluye armas ni pasaportes falsos. Incluye currículums, promesas laborales y contactos aparentemente inocentes en plataformas profesionales.
El lado oscuro del despido: vulnerabilidad, frustración y silencio
Desde el inicio de 2023, EE. UU. ha experimentado una ola de despidos sin precedentes en sectores vinculados al aparato estatal: contratistas del Pentágono, firmas de ciberseguridad asociadas con el DHS, startups con fondos federales e incluso personal de agencias como la NASA o el Departamento de Estado.
El resultado no solo ha sido una crisis laboral, sino un ecosistema perfecto para la infiltración silenciosa.
“Muchos de estos profesionales han trabajado durante años con información confidencial. Algunos tienen acceso residual a redes internas, y casi todos conservan contactos clave dentro del sistema. Perder su empleo no significa que pierdan su valor”, explica un exagente de contrainteligencia que pidió anonimato.
Según nuestra fuente, es precisamente en este momento de fragilidad emocional y económica cuando inteligencias extranjeras —principalmente chinas— se acercan con ofertas tentadoras, disfrazadas de proyectos tecnológicos, asesorías globales o posiciones “consultivas” en el extranjero.
La ‘Operación Eco Gris’: Cómo Pekín identifica, contacta y convierte
Documentos clasificados filtrados por una fuente dentro de la comunidad de inteligencia revelan una campaña en curso conocida como “Operación Eco Gris” —una estrategia de largo plazo desarrollada por China para reclutar indirectamente a profesionales estadounidenses con acceso a información clave.
El patrón es claro:
Identificación de despidos masivos: seguimiento en tiempo real de publicaciones en LinkedIn, medios especializados y comunicados internos.
Creación de perfiles corporativos falsos: empresas fachada que ofrecen oportunidades atractivas, a menudo remotas y bien pagadas.
Contactos iniciales “amables”: conversaciones que no levantan sospechas, pero que lentamente guían hacia temas sensibles bajo el pretexto de “análisis estratégico”.
Intercambio de datos disfrazado de opinión profesional: preguntas específicas, test de conocimiento, formularios “anónimos”.
Aislamiento y dependencia: los reclutados se involucran progresivamente en entornos controlados, donde revelar más se convierte en parte del contrato.
“No estamos hablando de traidores intencionales. Muchos ni siquiera saben que están colaborando con una potencia extranjera”, asegura una investigadora del Centro Nacional de Contrainteligencia.
¿Y el gobierno? Ciego o en silencio.
Hasta ahora, no ha habido ningún pronunciamiento oficial sobre estos métodos. Ni del FBI, ni del DHS, ni del Congreso. Algunas unidades trabajan discretamente en mitigar riesgos, pero existe una resistencia evidente a reconocer que el modelo de despidos masivos ha expuesto a la nación de forma crítica.
Un oficial retirado del Departamento de Defensa lo resume así:
“En esta guerra no te hackean la base de datos… te contratan al tipo que la diseñó por 15 mil dólares al mes.”
Historias reales, nombres en la sombra
Un ingeniero en telecomunicaciones, exempleado de una contratista del gobierno, habló con nosotros bajo reserva. Tras su despido, fue contactado por una “consultora de innovación en Asia” para brindar orientación sobre “infraestructura 5G en ambientes hostiles”.
“No me pidieron nada ilegal, pero después de algunas sesiones, noté que las preguntas eran… demasiado específicas. Querían saber cómo ciertas antenas militares se conectaban con satélites. Ahí corté el vínculo.”
Otro caso involucra a una traductora del Departamento de Estado despedida tras un ajuste presupuestario. Un mes después, fue invitada a participar en un “proyecto internacional de análisis lingüístico”. El reclutador era, en realidad, un exdiplomático chino con presuntos vínculos con el Ministerio de Seguridad del Estado.
La amenaza invisible
Mientras tanto, los despidos continúan. Los perfiles siguen en línea. Las solicitudes de contacto aumentan. Y cada vez que alguien hace clic en “Aceptar”, se abre una puerta más.
“Estamos peleando una guerra de información sin saber que ya estamos perdiendo,” afirma un analista del Congreso.
Conclusión: la brecha ya está abierta
No se necesita una brecha en los servidores para perder secretos. A veces, basta una promesa laboral y una bandeja de entrada vulnerable. Mientras la política estadounidense celebra cifras de ahorro por despidos, China podría estar celebrando por algo muy distinto: acceso no forzado, voluntario y legal a la inteligencia más valiosa del mundo.
Y nadie está hablando de ello.
